lunes, 16 de diciembre de 2013

“Todo parecía perdido”

Silvia Comán se casó con el deseo de formar su familia y ser feliz, pero después del casamiento aparecieron los problemas. Su esposo era muy celoso, la acusaba de infidelidad, decía que ella lo engañaba. Cuando estaban lejos se extrañaban, pero cuando estaban cerca apenas se veían comenzaban las discusiones, que luego dieron paso a las agresiones físicas. Él se detenía solamente cuando la veía llorar.

Al poco tiempo quedó embarazada y seguían llevándose mal, esto la hacía estar angustiada y nerviosa. Su hijo nació y al año y medio le diagnosticaron síndrome nefrótico, los médicos no le daban esperanza de vida. El peor momento fue cuando sus riñones y todo su cuerpo se hincharon por completo, tomaba trece medicamentos por día, no podía orinar por sí solo, dependía de una medicación de por vida. “Una doctora me dijo que buscara a Dios porque ellos ya habían hecho todo lo que podían. Se me vino el mundo abajo”, recuerda.

La invitaron a la Universal y aceptó, fue a participar y salió de la reunión con esperanzas, tenía paz y fuerzas para seguir luchando. Perseveró en las cadenas y Dios fue obrando, el tratamiento comenzó a hacerle efecto a su hijo, “después luché por mi matrimonio, mi esposo viendo la evolución del estado de nuestro hijo me acompañó y luchamos hasta lograr la restauración de la relación. Ya no tenemos peleas ni agresiones, podemos sentarnos a hablar, disfrutamos a nuestro hijo porque gracias a Dios está bien, está sano. Hoy somos una familia feliz”, finaliza sonriendo.

Ella concurre a la Universal en Lavalle 940, Microcentro

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